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jueves, 31 de mayo de 2012

WOLF: MI HERMANO LOBO

¿Qué pasa? ¿Qué esLobo en la noche eso? Me desperté sobresaltado. Un movimiento extraño se produjo en un costado de mi carpa. ¿Y ese olor desagradable? Algo la movió bruscamente como si rozara algo grande y fuerte. No se  lo que fue o es si sigue todavía allí afuera. Ese olor impregna todo el interior de mi carpa. ¿Qué es? Me recuerda algo. Ese olor lo conozco. Me resulta conocido. ¿Que es? ¿Dónde? ¿De dónde? Es un olor a podrido, como si fuera el olor de un vómito ya fermentado. ¡Que asco! ¿Qué  es? Siento la presencia de “algo” afuera que se mueve; pero ¿qué es y que produzca tanto olor? ¿Dónde, dónde, olí  ese olor tan desagradable? ¡Siiiiiii!  ¡El bosque! Cuando estaba en el bosque algo me persiguió en la noche oscura  y junto a ese “algo” el olor venia en todo su poder. Eso que me corría nunca me alcanzo pero su olor impregno mi nariz y se metió en lo más profundo de mi memoria olfativa, y ahora está en todo su poder en mi recuerdo y en presencia física porque lo estoy oliendo casi al punto de descomponerme. Tengo que salir o me voy a asfixiar pero ¿con qué me voy a encontrar afuera? La noche invadió toda la región y es cerrada, absolutamente cerrada porque no veo a través de mi ventana superior ni una estrella brillando. Me armo de coraje y salgo. ¡Grande es mi sorpresa! ¡Dios mío! ¿Qué es eso? A unos treinta metros de la entrada de mi carpa hay una figura oscura de ojos relampagueantes y unas líneas de colmillos amenazadores. Está en posición de ataque. Agazapado. Es un animal. Es un cuadro espeluznante el que formamos. La noche totalmente oscura y cerrada, ese animal totalmente negro y tan solo sus ojos brillan intensamente y cada tanto veo el relámpago de sus dientes, y yo vestido con mi hábito ninja donde solamente son visibles mis ojos. El animal se levanta. Veo que viene agazapado porque sus ojos están a un nivel más bajo del que tenían. Me preparo para cualquier cosa. No se a que me enfrento. Cada vez está más cerca, su olor también. Es de él; entonces ¿fue él quien me corrió en el bosque? No me pudo alcanzar ¿no quiso o no pudo? Cada vez está más cerca. Lo tengo a diez metros; ahora sí lo veo bien. Tiene sus pelos erizados, negros, sus ojos brillantes y sus dientes amenazadoramente blancos. Se detiene y me observa. Se nota que es cazador y que tiene mucha experiencia. Es un lobo. Un enorme lobo de los bosques. Mi cabeza trabajaba a mil por revoluciones. Todos mis sistemas de defensa se pusieron en estado de alerta. La adrenalina empezó a desparramarse por mi sangre lista para ser utilizada, o me defiendo o disparo como tiro hacia el interior de mi carpa. ¡Debes luchar! El pensamiento surgió en mi mente consciente como un mandato divino. ¿Qué? ¿Luchar? ¿Contra un lobo? ¡Estoy loco! ¿Qué me pasa? ¿Desde cuando yo lucho contra animales y en este caso contra un lobo? ¡Lucha Caminante! ¡Debes luchar! No podía creer lo que mi voz interior me decía. Mi cabeza estaba a diez mil por revoluciones y tome  conciencia, en fracción de segundos, de que si no analizaba a altas velocidades en qué situación estaba y que es lo que podría ocurrir, indudablemente estaría en un gran problema y tal vez en un gran peligro. Me decidí a combatir, y allí vinieron los conocimientos. Instintivamente me lleve la mano derecha a la altura del corazón  y toque el botón donde mi Monje Maestro estaba. El saber surgió y también lo que debía hacer. Aplicar las enseñanzas aprendidas y la técnica maithuna. El lobo ya estaba mucho más cerca, a una distancia de un salto. Me puse en cuclillas y lo miré fijamente. En mi mente me hice la imagen de que lo acariciaba y que le hablaba suavemente. Lo seguí mirando fijamente y me parece que acuso recibo porque sus pelos no estaban totalmente erizados sino que por momentos parecía que “aflojaba” esa tensión. Lo seguía mirando fijamente y en la imagen de mi pensamiento lo veía reposado, acostado y totalmente a disposición de mis caricias. Lo miré más intensamente tratando de hacerle llegar mis pensamientos a través de mi mirada. Lo hable. ¡Lobo! ¡Vos sos mi hermano! ¡Nos conocimos en el bosque y me acompañaste con tu aullido cuando hice mi purificación ante la Luna Llena! ¿Eras vos no es cierto? Parecía dudar, pero sus colmillos y sus gruñidos me indicaban otra cosa. ¡Si, eras vos hermano Lobo! Me pare. Él se agazapo aún más, listo  para el ataque. Seguía hablándolo pero ahora me iba acercando hacia él. ¡Hermano Lobo somos parte de la misma Naturaleza, estamos solos y nos necesitamos, pasamos por muchas cosas y hemos sobrevivido y ahora estamos compartiendo un camino junto! Estábamos más cerca, yo avanzando y él esperando. Me miraba fijamente, salían llamas de sus ojos; sus gruñidos eran espaciados con pequeños momentos de silencio, sus pelos ya no estaban erizados pero mantenía la tensión en su cuerpo, en sus músculos. Yo ya tenía mi mano derecha a la altura de su cabeza, y me anime. ¡Hermano Lobo mírame! le dije. ¡Soy tu hermano y eres mi hermano! ¡Yo te quiero (me salió, me sentí medio estúpido diciéndolo pero me salió) y quiero ayudarte porque me necesitas por eso estás aquí! Nada me daba la pauta de que me necesitaba pero el sentimiento que ese pensamiento genero en mi fue de un cariño inmenso y eso se trasmite. ¡Tranquilízate! .Mi mano se fue acercando cada vez más, ya estaba muy cerca de su cabeza. ¡Tranquilo! ¡Descansa!. Lo toque. Sintió el toque de la palma de mi mano porque se irguió de la posición que tenía, paró sus orejas, y sus ojos, aunque seguían  con ese refulgente brillo y  su mirada había cambiado, se habían suavizado. Acaricie lenta y suavemente su cabeza. Hervía. Me pareció que algo tenía porque se estremeció como si le hubiera agarrado un escalofrío. Lo seguí acariciando a pesar del olor insoportable que despedía de su pelaje; pero ya me estaba acostumbrando, o la situación de emergencia me “acostumbro”. Las caricias dieron resultado porque sus patas parecieron aflojarse y se extendió en el piso como si hubiera llegado a un lugar de descanso donde sus gruñidos desaparecieron, sus pelos se alisaron y su mirada era de desconcierto, casi de agradecimiento.Seguí recorriendo todo su cuerpo con mis caricias. Seguí hablándole y seguí intensificando en mi mente la imagen de un lobo completamente tranquilo, relajado y en mis manos. Acariciaba su cabeza, seguí por su lomo peinando su pelo, baje por sus patas traseras y continúe con mis caricias por su  panza y llegue a sus patas delanteras bajando por ellas hasta casi sus pezuñas. Allí pego un salto, se encendieron sus ojos en una llamarada infernal, se pararon sus pelos y su profundo y rugiente gruñido me mostró sus afilados dientes y colmillos dispuestos y en dirección a mi brazo para morderme. ¡Tranquilo hermano Lobo! ¡Tranquilo! Le grite. Lo abrace y me di cuenta que ese calor de su cuerpo era fiebre y que lo transformó y lo saco de quicio era el dolor de una gruesa espina que tenia profundamente clavada en una de sus patas y la herida se había infectado. En ese momento ese animal era el ser más querido de mi vida. Lo abrase fuertemente, bese su cabeza, acaricie todo su cuerpo, intente hacerle sentir todo mi cariño y que no estaba solo en esta situación, yo lo voy ayudar. No se cómo un lobo puede “interpretar” este sentimiento, pero lo hacen. Mi hermano lobo lo hizo. Lo levante y lo acerque más a mi carpa. Busque mi equipo de primeros auxilios y ver que tenía para poder ayudarlo. Primero había que sacar la espina, con el riesgo que eso implica si el sufrimiento lo altera, luego hay que desinfectar y eso también va a provocar una reacción y luego ver como hago para que el tratamiento de resultado y no quiera sacarse el medicamento que le ponga. Se revolvió como un animal atrapado cuando le saque la espina, pero no agresivo, es como si se diera cuenta que lo estaba ayudando. Lo cure y sufrió la acción del medicamento sobre la herida apretando los dientes y dejándome hacer; luego le puse un vendaje, ni siquiera lo olió menos sacárselo. Es evidente. Es un animal muy inteligente, muy experimentado y muy diferente a cualquier otro lobo a pesar de ser un lobo salvaje. Me miró como agradecido, y se acostó sobre un costado de la carpa donde el sobre techo hacia una linda sombra. Guarde todo mi equipo de primeros auxilios; me senté al lado de él y ya más tranquilos los dos le dije. ¡Hermano Lobo vamos hablar muy seriamente! .Levantó la cabeza y me miró como desorientado, como si no entendiera pero su actitud y conducta me daban la pauta que la tenía bien clara. ¡Hermano Lobo hay que ponerte un nombre así que desde hoy, si me vas acompañar en este camino, te llamaras Wolf! Parece que le gustó porque me miró como diciéndome ¡Vale! ¡Y otra cosa más y que es muy importante querido Wolf debes pegarte un flor de baño! Levanto su cabeza y saco la lengua jadeando como si le hubiera provocado risa la idea. ¡Bueno Wolf me alegro que estés de acuerdo!

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